Es el
material de moda, uno de esos descubrimientos que pocas veces suceden en
la ciencia, dicen algunos. Sus vastas propiedades prometen dejar una
nueva generación de dispositivos electrónicos decenas de veces más
rápidos, pequeños o incluso plegables. Un mercado de millones se abre
para quien apueste fuerte; mientras Asia y EE UU se posicionan, Europa estudia la posibilidad de explotar este recurso descubierto en sus fronteras
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