sábado, 20 de agosto de 2016

El día en que la flecha con el fuego olímpico falló


Imagina la escena: las olimpiadas vuelven a México y es la noche de apertura de los JJ.OO. México 2028. Has conseguido una posición privilegiada, justo debajo del pebetero olímpico en el Estadio Azteca, esperas el clímax del evento: ese momento en que el poder de la llama olímpica finalmente brilla con todo su esplendor.


Después de tanto ir y venir en el extenuante viaje de la antorcha olímpica por todo el territorio mexicano, tras varios tropezones, intentos de apagarla, violación al protocolo oficial y otras tantas peculiaridades, la antorcha finalmente llega al estadio. Un sujeto al que le avisaron dos horas antes recibe el fuego olímpico. En una flecha. Tiene la encomienda de lanzarla a una distancia de 30 metros en dirección al pebetero. Sí, aquella estructura tan próxima a ti. Y erra el tiro…
Hace 24 años, en las Olimpiadas de Barcelona, las cosas se vieron así:

Juan Antonio San Epifanio, un jugador de baloncesto que tuvo el honor de ser el último portador de la antorcha, llevó el fuego olímpico hasta la punta de la flecha. Rebollo tiró de la cuerda del arco con la mano derecha y, según se mostró en las imágenes oficiales, sintió a la llama lamerle la mano izquierda. Levantó bien alto aquel arco y disparó. Fue una parábola perfecta y el fuego del pebetero se encendió de una forma apoteósica, inaugurando uno de los Juegos Olímpicos más celebrados hasta nuestros días.
Pero lo que en realidad sucedió, aunque muy poca gente lo sabe, es que Antonio Rebollo falló el tiro. Y, en realidad, fue totalmente a propósito – un acto de prudencia de los organizadores de las Olimpiadas para evitar algún accidente con una flecha incandescente volando sobre la cabeza de miles de asistentes. El tiro pasó de largo. Sin embargo, la seguridad de la multitud que se había congregado a las afueras del estadio no se tomó en cuenta, tal y como lo muestran estas imágenes de un reportaje elaborado por una televisora local en 1995:

Sobre la forma en que se logró encender el pebetero existe mucha controversia. La versión más aceptada es que fue un montaje: la llama fue encendida automáticamente, como se hace con el quemador de una estufa, accionada en sincronía con el paso de la flecha en llamas. En una versión más poética, los gases exhalados con anterioridad por el pebetero habrían hecho combustión en contacto con el fuego volador.
Y lo que sobran son imágenes que muestran lo que realmente sucedió en aquella memorable noche barcelonesa.
Hasta nuestros días, el Comité Olímpico Internacional oculta los detalles más escabrosos de la historia, como se muestra en el video oficial del organismo.

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Inventario general de insultos - Pancracio Celdrán (Descarga)

Pancracio Celdrán es profesor, periodista y escritor murciano de múltiples libros y artículos sobre cuestiones lingüísticas e históricas. El libro es en realidad un diccionario en el que se recopilan insultos comunes en castellano, acompañados de una explicación etimológica del término, así como la variación de significado que ha sufrido a lo largo de la historia. Para ello hace referencia a diccionarios como el de Corominas o el Tesoro de Covarrubias. Además, las entradas se ilustran con fragmentos de obras literarias que ejemplifican y recogen el uso que de los distintos vocablos han hecho autores como Quevedo.

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Parece que el déjà vu no es lo que creíamos



Quizá no sepas nada de francés más allá de “bonjour”, pero seguramente has escuchado sobre esta expresión. Déjà vu es esa sensación de que la escena que estás viviendo – un lugar, un hecho o una conversación – ya tuvo lugar en el pasado.

Por ejemplo, quizá tengas la impresión de que ya has leído estas líneas, pues la ciencia ha intentado develar el misterio desde hace bastante tiempo y existe un gran número de teorías para explicarlo. Pero un nuevo estudio presentado en la International Conference on Memory (ICOM) parece haber encontrado una respuesta definitiva a lo que sucede en el cerebro cuando se experimenta esta sensación.
En lo que todos los investigadores convergen es que el déjà vu sucede con mayor frecuencia entre la población joven y, especialmente, en aquellos que suelen viajar. Además, suele aparecer en momentos de mucho estrés.
Pero en este nuevo experimento, conducido por la Universidad de St. Andrews, se concluyó que el hipocampo no participa en el fenómeno y que un déjà vu no es precisamente un recuerdo falso.
El estudio fue pionero en observar el cerebro mediante resonancia magnética en el preciso instante en que tenía lugar el fenómeno. Para lograr hacer el examen, el grupo de científicos provocó déjà vus con un juego de palabras.
Mostraban una serie de palabras sobre un mismo tema – buró, noche, cama. A continuación, hacían preguntas rápidas 1) si el participante había escuchado alguna palabra con S, 2) si había escuchado la palabra “sueño”. El resultado fue que, mientras el voluntario estaba seguro de que no había escuchado ninguna palabra con S, aún sentía que la palabra “sueño” tenía algo en común – en ese momento se producía el déjà vu.
Pero lo realmente sorprendente fue el resultado de la resonancia: mostraba que la región del hipocampo no presentaba señales de estar activa durante el déjà vu. El que más trabajaba era el lóbulo frontal, generalmente asociado con la toma de decisiones.
Los científicos creen que el lóbulo frontal funciona como un antivirus de computadora. Este hace un barrido de los recuerdos, revisando si existe alguna inconsistencia, para evitar que se almacene un “recuerdo corrompido”. Y de la misma forma que un antivirus de computadora nos alerta cuando encuentra un problema, el déjà vu sería una notificación de que el problema fue encontrado, aislado y resuelto.
Akira O’Connor, el principal autor del estudio, cree más plausible que el déjà vu sea una alarma consiente de una discrepancia siendo corregida que un error en la memoria. Esto explicaría por qué las personas mayores casi no tienen déjà vus, mostrándose cada vez más confusos sobre sus recuerdos.
“Si no es un error, sino la prevención de un error, tiene mucho más sentido”, escribió O’Connor en su sitio web donde divulgó la investigación. Entre más viejos nos hacemos, menos capaz se vuelve nuestro cerebro de ejecutar dicho mantenimiento – ya hay errores y discrepancias demasiado grandes como para que el antivirus pase a solucionarlas.
La mayoría de las investigaciones previas también asocian al déjà vu con el área del cerebro responsable de la memoria. Se trata del lóbulo temporal, donde se sitúa el hipocampo, la región de nuestro cerebro encargada de procesar y almacenar nuestros recuerdos. Una de estas teorías previas apuntaba que la súper-excitación de las neuronas en el hipocampo provocaba recuerdos falsos. Otra arrojaba la culpa en una disfunción del giro dentado.

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