Un gran número de historiadores coinciden en señalar al ‘pueblo godo’
como impulsores de la actual costumbre de entrar en brazos a la recién
casada al interior de la casa.
El origen y razón se podría encontrar en la facultad que tenían los godos de ir a buscar una hembra de otro poblado cuando en el suyo no había suficientes. Evidentemente el único modo posible de hacerlo era a las bravas, por lo que llegaban al lugar, escogían a la mujer que querían que se convirtiese en su esposa, la cogían en brazos y la trasladaban hasta la casa donde debían convivir como pareja.
La norma indicaba que, para quedarse en propiedad con la mujer raptada, ésta no podía pisar el suelo durante el trayecto que iba desde el lugar del secuestro hasta el que iba a ser su nuevo hogar; si lo hacía quedaba en libertad. De ahí que fuesen llevadas en volandas.
Con los años, este acto se ha convertido en toda una tradición que envuelve un sinfín de significados de prosperidad.
Otra versión de la historia tiene mucho que ver con la que señala del rapto de mujeres, como realizaban los godos, pero cambia a sus protagonistas por los fundadores de la Antigua Roma.
En la leyenda romana de ‘el rapto de las Sabinas’ cuenta el mito del secuestro de mujeres de la población de Sabinia a manos de los fundadores de la Antigua Roma, para poder poblar de hembras lo que después sería la capital del gran imperio.
Famosa es la escultura realizada por Giovanni Bologna y varias las representaciones pictóricas que existen sobre el rapto de la Sabinas.
Existen otras versiones (menos fundamentadas) sobre el origen:
Hay quien apunta hacía un acto de romanticismo por parte del novio que, al llevar en brazos a la recién casada, hacía que la novia llegase descansada hasta el lecho conyugal, pero esta versión carece de credibilidad y documentación que demuestre su veracidad.
También están las explicaciones que tratan de fundamentar los amantes de lo esotérico, queriéndole dar a este acto un aire de superstición, al indicar como posible razón y origen que en la Antigua Roma se creía que el umbral de la casa era el lugar donde habitaban los espíritus malignos y para evitar que éstos se introdujeran en la contrayente, el novio debía traspasar la puerta llevándola en volandas. Eso les garantizaba un matrimonio largo, dichoso y con descendencia.
El origen y razón se podría encontrar en la facultad que tenían los godos de ir a buscar una hembra de otro poblado cuando en el suyo no había suficientes. Evidentemente el único modo posible de hacerlo era a las bravas, por lo que llegaban al lugar, escogían a la mujer que querían que se convirtiese en su esposa, la cogían en brazos y la trasladaban hasta la casa donde debían convivir como pareja.
La norma indicaba que, para quedarse en propiedad con la mujer raptada, ésta no podía pisar el suelo durante el trayecto que iba desde el lugar del secuestro hasta el que iba a ser su nuevo hogar; si lo hacía quedaba en libertad. De ahí que fuesen llevadas en volandas.
Con los años, este acto se ha convertido en toda una tradición que envuelve un sinfín de significados de prosperidad.
Otra versión de la historia tiene mucho que ver con la que señala del rapto de mujeres, como realizaban los godos, pero cambia a sus protagonistas por los fundadores de la Antigua Roma.
En la leyenda romana de ‘el rapto de las Sabinas’ cuenta el mito del secuestro de mujeres de la población de Sabinia a manos de los fundadores de la Antigua Roma, para poder poblar de hembras lo que después sería la capital del gran imperio.
Famosa es la escultura realizada por Giovanni Bologna y varias las representaciones pictóricas que existen sobre el rapto de la Sabinas.
Existen otras versiones (menos fundamentadas) sobre el origen:
Hay quien apunta hacía un acto de romanticismo por parte del novio que, al llevar en brazos a la recién casada, hacía que la novia llegase descansada hasta el lecho conyugal, pero esta versión carece de credibilidad y documentación que demuestre su veracidad.
También están las explicaciones que tratan de fundamentar los amantes de lo esotérico, queriéndole dar a este acto un aire de superstición, al indicar como posible razón y origen que en la Antigua Roma se creía que el umbral de la casa era el lugar donde habitaban los espíritus malignos y para evitar que éstos se introdujeran en la contrayente, el novio debía traspasar la puerta llevándola en volandas. Eso les garantizaba un matrimonio largo, dichoso y con descendencia.
Otra versión (bastante absurda) es la que nos intenta explicar que se realizaba para evitar que la novia titubease a la hora de entrar en la casa y quedarse a solas por primera vez con el que ya era su esposo y se diera a la fuga. Motivo por el que el marido la entraba en brazos y así asegurarse una romántica y placentera noche de bodas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario