viernes, 3 de enero de 2014

Silencio

El silencio… un bien preciado en Alemania y casi extinto en España. 

Es bien sabido por todos y de sobra estereotipado que los españoles somos ruidosos, lo sabemos, lo aceptamos y siempre respondemos con el PERO, los italianos lo son más, y nos lavamos las manos.

El otro día me fui a cenar con un grupo de amigos, entre los que nos encontrábamos cinco españoles y tres italianos… y se nos noto señores, vaya que si se notó el hecho de que habíamos llegado al restaurante. Fue poner un pie dentro del recinto, hablando entre nosotros, con nuestro tono de voz normal, es decir, quince octavas por encima del de los alemanes, y ya se nos quedaron mirando con mala cara. Un par de minutos más tarde nos estaban chistando… chsssss!!!
Fue curioso, nunca me habían chistado en ningún sitio, pero en los últimos días me ha pasado dos veces. No a mí directamente, pero si a la gente con la que voy.

La última fue en un supermercado, un amigo español hablando por teléfono con su padre, que no es que estuviese hablando a grito pelao, pero de todas formas solo se le escuchaba a él.

Es posible que en algunas ocasiones los alemanes sean un tanto exagerados, eso no lo niego, pero que nadie se lleve a confusiones, hablamos alto y en este país no podemos pasar desapercibidos con nuestro tono de voz normal.

Porque no es solo que ellos hablen más bajo, es que el ruido ambiental, por lo general, suele ser menor que en España. Esto es algo que me pasa muy a menudo en la clínica, a lo que aún no me he acostumbrado y no estoy muy segura de si en algún momento seré capaz de acostumbrarme.

Una pequeña acción, tal como encender la radio, es casi un abismo insalvable, un gesto normal para nosotros pero que en algunas ocasiones no cuadra con la cultura alemana, o al menos la de algunos teutones.

Siempre que llego a la clínica la primera la enciendo, pero nunca dura mucho. No sé quien la apaga, si el jefe, la jefa o cualquier autóctono que pase por allí. Pero es increíble, es como si tuviesen una especie de alergia al ruido de fondo. Porque no es que yo la quiera encendida para algo especial, no voy a escuchar las noticias, pero no sé, tener algo ahí, matar el silencio, un ruido, un algo…

Me sorprende muchísimo, y no pude aguantarme, así que al final tuve que preguntar ¿que tienen en contra de tener la radio encendida? Imaginé que me saldrían por el tema de ahorrar, que son muy mucho de apagar los aparatos si no hay nadie en la habitación. Pero no, sorprendentemente me dijeron que no, que simplemente están bien con el silencio…
¿Os lo imagináis? Estar haciendo deporte sin música, sin nada de fondo. O estar en la sala de espera de cualquier lado y que no haya ni una triste cancioncilla sonando… pues en este país parece ser que eso es lo normal.

Lo he vivido en propias carnes. Que yo he ido con toda mi buena intención a encender la radio cuando había una señora haciendo ejercicio y me ha dicho que no, que no hacía falta… o pacientes en la sala de espera, y también me han dicho que no era necesario encender la radio, que así estaba bien.


Y yo de verdad esto es algo que no entiendo. No es que sea o no necesario, no sé, es simplemente tener un ruido, algo de música de fondo, que no sea todo tan silencioso. Un poco de vida, que sé yo.

En los trenes y los autobuses también se nota este silencio, pero es cuando entramos en los restaurantes o los bares cuando más se nota la diferencia con España, porque de verdad que no me sorprende nada que nos mirasen con mala cara al llegar el otro día al restaurante.

Una de mis compañeras de piso trabaja en una cadena de restaurantes y siempre dice que cuando los españoles llegamos se nota, se nos oye. Todos los alemanes se cuentan las cosas en un tono sosegado y ahí estamos nosotros dando la nota. Mi compañera nos decía que tan solo se nos escuchaba a nosotros en todo el restaurante, nuestras risas y algún que otro grito o vociferio. Aunque curiosamente ese día nadie nos chistó, pero nosotros mismos nos dimos cuenta del ruido y del movimiento que salía de nuestra mesa, el contraste con el resto de la gente que allí se encontraba era bien notable. 

Luego está la parte alemana, como interactúan los teutones entre ellos. Está claro que siempre hay de todo, pero ya he visto en más de una ocasión a un grupo de personas comiendo, sin más. Tan solo masticando y mirando a su alrededor o leyendo algo. Pero eso de interactuar con la otra persona algunas veces parece pasado de moda.

Una vez en un restaurante fui con una amiga y justo delante teníamos a un grupo de hombres, jovencillos, que estaban sentados justos, pero en todo el tiempo que les duró la comida en el plato no dijeron ni una palabra. Fijaos que hasta nos llegamos a preguntar que porqué ponían a tres personas que no se conocen juntas en la misma mesa si el restaurante está medio vacío… Fue acabar de comer y se pusieron a intercambiar impresiones, de vez en cuando, y se fueron juntos, por lo que debemos suponer que se conocían, aunque no lo pareciese.

O parejas que se sientan una delate de la otra y no dicen nada…

Que no digo yo que no haya que guardar un mínimo de educación en la mesa, que ya sabemos que con la boca llena no se habla, pero tanto como no decir ni una mísera palabra entre bocado y bocado…

Así que viendo esto, con lo que les gusta a los alemanes el silencio y con lo ruidosos que somos nosotros, no me extraña que en algunos momentos podamos llegar a molestarlos.

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