En la calle de Toledo de Madrid, una musulmana le hace señas a un taxi para que pare.
Una vez dentro del taxi, le pide al taxista que apague la radio porque ella no puede oír música occidental debido a su religión.
“En la época del Profeta no había música como esa y mucho menos radio” -dijo la viajera-.
“La música occidental es de los infieles y yo no puedo
oírla”.
El taxista apaga la radio, pero en el siguiente semáforo detiene el coche, sale del mismo y con amabilidad abre la puerta trasera.
La mujer se sorprende y pregunta un tanto enfadada:
“¿Qué pasa? Todavía no hemos llegado a mi destino”.
“Mire, señora, en la época del Profeta no había taxis, así
que, por favor, salga del mío y busque un camello que la transporte”.
Me parece que este taxista hizo exactamente lo que debía, yo hubiese ido más lejos, aunque me hubiese costado el dinero, la habría llevado a Algeciras y .....
ResponderEliminarllevemos a la practica el ejemplo del taxista, y ordenemos a las personas, cada uno en su lugar y cada color en su sitio.
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