Asin le queó to enfocao, pero no había casi de ná y era aburrío.
Entonse se rascó la cabeza y se dijo:
“Joé que muermo. Ví a creá argo má gracioso”.
Y hiso las planta, vegetale y los yerbajo.
Pero entoavía era soso er mundo y Dio se jartaba de eshar siesta porque aún
Saburría.
“Y astá”, pensó, “haré lo animale pa que se meneen un poquito y me den argo de chou espectacular”. Y hiso los bishos.
Le salieron de tó los tamaño y colore, pelúos, plumaos, carvos, con pata, con diente y sin diente, manso no manso y de tó asin en generá.
Aluego lo pasó es que Dio nuestro señó no sabía cómo repartirlos pol planeta, que era entonse un paraíso terrená bastante apañao, y desidió lo siguiente:
Lo tiró a tós ar mar oceánico.
A los que nadaron los llamó pescaos y setáceos.
A los que se cagaron de mieo y se liaron a nadá como locos hasta la orilla los llamó animale terretre purmonare.
A los que salieron der agua volando los llamó pájaro volaore.
Y a los que se ajogaron los llamó cadávere.
Pero aún asin, Dio el Supremo creadó der universo, se seguía aburriendo. Y por eso hiso ar hombre.
Er hombre estaba solo y se aburría montón. Fue asin que le pidió a Dio que le hasiera una pareja como los demás bisho, que estaban tós ennoviaos meno él.
Dio se compadesió y le arrancó de cuajo una costilla.
Adán, que se llamaba er tío, se retorsió como un sarmiento. Y si no, probá de arrancarse una costilla y veréi.
Y con la costilla le fabricó una hembra que se llamó Evarista, pero la yamaban familiarmente “Eva” pa que fuera má corto.
Adán y Eva se pusieron a reí y a juga al encondio de noche.
Pero como tó lo repetío cansa, el Adán ar cabo de do año, ya se liaba con toas las monas del paraíso, con lo cuar la Eva le pidió la separación mu enfadá.
Como no estaban casaos no se pudieron desepará y siguieron a lo suyo. Pero ar cabo der tiempo, el Dio Todopoderoso, se vorvió a aburrí, y se le ocurrió que pa que no fuera tó tan fásil ener paraíso, se tenía que inventá argo pa darle emosión. Entonce se sacó una ley que desía que tó lo que había ener paraíso se podía comé, meno la serpiente.
Y estando un día la Eva y el Adán como siempre debajo de una higuera, aparesío por entre las rama una serpiente gorda, maja y hermosa que venía a ofrecerle una mansana cojonuda goleen pa que la probaran.
El Adán y la Eva que vieron aquello de una serpiente con una manzana en la boca, le atisaron un peñaso y se la hicieron al horno.
Dio, nuestro Señó se dio cuenta de que le habian desobedesio y antonse mandó un angelote antidisturbio con porra de fuego y casco de pluma pa que lo espursara der paraíso terrená y se fueron a tomar vientos!!
Y ahí acabó la güena vida. La que hay ahora ya la conséi vosotro.
Y no me quiero poné pesá, pero asin fue la cosa y por eso nos va como nos va.
Entonse se rascó la cabeza y se dijo:
“Joé que muermo. Ví a creá argo má gracioso”.
Y hiso las planta, vegetale y los yerbajo.
Pero entoavía era soso er mundo y Dio se jartaba de eshar siesta porque aún
Saburría.
“Y astá”, pensó, “haré lo animale pa que se meneen un poquito y me den argo de chou espectacular”. Y hiso los bishos.
Le salieron de tó los tamaño y colore, pelúos, plumaos, carvos, con pata, con diente y sin diente, manso no manso y de tó asin en generá.
Aluego lo pasó es que Dio nuestro señó no sabía cómo repartirlos pol planeta, que era entonse un paraíso terrená bastante apañao, y desidió lo siguiente:
Lo tiró a tós ar mar oceánico.
A los que nadaron los llamó pescaos y setáceos.
A los que se cagaron de mieo y se liaron a nadá como locos hasta la orilla los llamó animale terretre purmonare.
A los que salieron der agua volando los llamó pájaro volaore.
Y a los que se ajogaron los llamó cadávere.
Pero aún asin, Dio el Supremo creadó der universo, se seguía aburriendo. Y por eso hiso ar hombre.
Er hombre estaba solo y se aburría montón. Fue asin que le pidió a Dio que le hasiera una pareja como los demás bisho, que estaban tós ennoviaos meno él.
Dio se compadesió y le arrancó de cuajo una costilla.
Adán, que se llamaba er tío, se retorsió como un sarmiento. Y si no, probá de arrancarse una costilla y veréi.
Y con la costilla le fabricó una hembra que se llamó Evarista, pero la yamaban familiarmente “Eva” pa que fuera má corto.
Adán y Eva se pusieron a reí y a juga al encondio de noche.
Pero como tó lo repetío cansa, el Adán ar cabo de do año, ya se liaba con toas las monas del paraíso, con lo cuar la Eva le pidió la separación mu enfadá.
Como no estaban casaos no se pudieron desepará y siguieron a lo suyo. Pero ar cabo der tiempo, el Dio Todopoderoso, se vorvió a aburrí, y se le ocurrió que pa que no fuera tó tan fásil ener paraíso, se tenía que inventá argo pa darle emosión. Entonce se sacó una ley que desía que tó lo que había ener paraíso se podía comé, meno la serpiente.
Y estando un día la Eva y el Adán como siempre debajo de una higuera, aparesío por entre las rama una serpiente gorda, maja y hermosa que venía a ofrecerle una mansana cojonuda goleen pa que la probaran.
El Adán y la Eva que vieron aquello de una serpiente con una manzana en la boca, le atisaron un peñaso y se la hicieron al horno.
Dio, nuestro Señó se dio cuenta de que le habian desobedesio y antonse mandó un angelote antidisturbio con porra de fuego y casco de pluma pa que lo espursara der paraíso terrená y se fueron a tomar vientos!!
Y ahí acabó la güena vida. La que hay ahora ya la conséi vosotro.
Y no me quiero poné pesá, pero asin fue la cosa y por eso nos va como nos va.
No hay comentarios:
Publicar un comentario