En los primeros tiempos de la Universidad de Salamanca, las clases y los exámenes tenían lugar dentro de la catedral. Cuando los estudiantes hacían su examen de grado, es decir, el examen final de su formación y el más importante de la misma, habían de pasar la noche anterior a la prueba en una capilla de la catedral, encerrados. Allí, sentados y despiertos (con suerte), esperaban la hora clave y repasaban su estrategia y argumentos de cara a la defensa de su tesis.
Por la mañana, los profesores entraban en la capilla y sentándose alrededor del estudiante llevaban a cabo el examen, en el que discutían con el examinado sus puntos de vista y sus razones. Este es el origen del dicho “Estar en capilla”, que viene a decir que uno está ya a la espera de la hora clave.
También he leído en algún lugar que este dicho proviene de la noche que pasaban los reos antes de su ejecución, rezando en la capilla y pidiendo perdón. E incluso tenía en la cabeza que esta frase estaba relacionada con el mundo del toro, indicando que el torero ya estaba en la capilla de la plaza, en el momento anterior a comenzar el paseillo y por lo tanto la corrida. En cualquier caso, me quedo con Salamanca.
Por la mañana, los profesores entraban en la capilla y sentándose alrededor del estudiante llevaban a cabo el examen, en el que discutían con el examinado sus puntos de vista y sus razones. Este es el origen del dicho “Estar en capilla”, que viene a decir que uno está ya a la espera de la hora clave.
También he leído en algún lugar que este dicho proviene de la noche que pasaban los reos antes de su ejecución, rezando en la capilla y pidiendo perdón. E incluso tenía en la cabeza que esta frase estaba relacionada con el mundo del toro, indicando que el torero ya estaba en la capilla de la plaza, en el momento anterior a comenzar el paseillo y por lo tanto la corrida. En cualquier caso, me quedo con Salamanca.
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