Aunque una cárcel no parezca el lugar más apropiado para utilizar como ejemplo de limpieza e higiene, el caso es que uno de los referentes de la higiene, en este caso dental, se inventó en una cárcel de Newgate (Inglaterra).
En 1780, los avatares de la vida, se dice que por disturbios callejeros, llevaron a William Addis a prisión. En aquella época la forma tradicional de lavarse los dientes era frotarlos con una trapo o tela de lino con sal u otras sustancias, el caso es que los trapos de prisión no debían ser muy “fiables” y decidió buscar un sustitutivo más higiénico. Se guardó un hueso de la cena y con un pequeño soborno a uno de sus guardianes consiguió unas cerdas, las unió y pegó en los agujeros que había hecho en el hueso… ya tenemos el primer cepillo de dientes tal y como hoy lo conocemos.
Cuando salió de prisión fundó la compañía ADDIS, que hoy todavía existe, y comenzó a comercializar los cepillos de dientes
En 1780, los avatares de la vida, se dice que por disturbios callejeros, llevaron a William Addis a prisión. En aquella época la forma tradicional de lavarse los dientes era frotarlos con una trapo o tela de lino con sal u otras sustancias, el caso es que los trapos de prisión no debían ser muy “fiables” y decidió buscar un sustitutivo más higiénico. Se guardó un hueso de la cena y con un pequeño soborno a uno de sus guardianes consiguió unas cerdas, las unió y pegó en los agujeros que había hecho en el hueso… ya tenemos el primer cepillo de dientes tal y como hoy lo conocemos.
Cuando salió de prisión fundó la compañía ADDIS, que hoy todavía existe, y comenzó a comercializar los cepillos de dientes
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