miércoles, 13 de julio de 2011

Dos semanas fuera

El señor llegó a su casa después de haber pasado dos semanas de viaje.

-¡María! Vengo que no me aguanto, ve quitándote la ropa que te voy a echar el polvo de tu vida.


Entraron en la habitación, se metieron en la cama e hicieron el amor de manera salvaje, brutal, escandalosa. Fue tal el ajetreo y el ruido de la cama contra la pared, que al poco de empezar escucharon unos golpes al otro lado de la pared, acompañados por las voces del vecino:

-Ya está bien, ¿no? ¡Toda la semana igual, coño...!

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