En invierno, cuando el mar se congela, se puede pasar en poco tiempo andando de EE.UU a Rusia con la particularidad añadida de que pasaremos del hoy al mañana, o del hoy al ayer sí se hace el recorrido en sentido contrario. Un curioso viaje en el tiempo.
Hace unos 10.5oo años el mar subió de nivel separando los continentes y dejando en la superficie las islas que nos ocupan.
Ambas islas siempre fueron habitadas por esquimales (Inupiat); redescubiertas por exploradores rusos, país al que pertenecieron hasta que Rusia vendió Alaska a los EE.UUen 1867 por 7,2 millones de dólares de la época, fijándose entonces la frontera entre ambos países entre las dos islas.
Durante la guerra fría se cerró la frontera y se prohibió la circulación de personas entre ambas islas, el “telón de hielo” se llamó a la zona, comparándolo con el “telón de acero” europeo.
Rusia evacuó a todos los habitantes y los remplazó por una dotación militar; hoy está deshabitada. Por su aprte, EE.UU mantuvo a sus habitantes, estimados hoy en una 170 personas en una situación de casi aislamiento. El acceso a la isla es bastante complicado: por barco en el tiempo que el mar no está congelado, o por helicóptero habitualmente.
Hoy que las relaciones entre EE.UU y Rusia no guardan la tensión de entonces, en algún momento, se ha pensado en unir las islas entre sí y con ambos continentes, lo que uniría América con Asia.
La falta de interés, desacuerdos políticos entre ambas superpotencias, un altísimo coste y, sobre todo, enormes dificultades técnicas, hacen del proyecto una quimera.


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