-¿Diga?
-¿Querido, eres tú? ¡Se oye muy mal!
-¿Hola? ¡Hola! ¿Diga?
-¿Estás en el gimnasio?
-¡Sí!
-Te llamo porque estoy frente al escaparate de una peletería, viendo un abrigo de visón precioso. ¿Puedo comprármelo?
-¿Y cuánto cuesta?
-Unos 3.000 euros.
-¡Bueno! Pero cómprate también un bolso que haga juego, amor mío.
-¡Bueno! ¡Verás...! Resulta que también pasé por un concesionario de automóviles, y pensaba que ya es hora de cambiar el coche, así que entre y pregunté. ¿Y sabes qué? Resulta que tienen un BMW en oferta y es el último que les queda.
-¿Y de cuánto es esa oferta?
-Solo unos 50.000 euros. ¡Y es divino...!
-¡Bueno! Cómpralo, pero que te lo den con todos los extras y, si sale por un poco más, como situación excepcional, no me voy a enfadar.
La mujer, viendo a su marido con tan buena predisposición, decidió arriesgarse:
-Cariño, ¿te acuerdas que te conté que mamá quería venir a vivir con nosotros? ¿Te parece bien que la invite por un mes, a prueba, y el mes que viene lo volvemos a hablar?
-¡Bueno, está bien! Pero no me pidas nada más, ¿eh?
-De acuerdo, cariño. ¡Ay, cuánto te adoro, mi amor!
-¡Yo también te quiero! ¡Un besito, mi amor!
Al colgar el teléfono, el hombre miró al perplejo grupo y preguntó:
-¿Alguien sabe de quién es este móvil?
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