El Indalo, símbolo mágico del hombre primitivo, se relaciona con la Cueva de los Letreros de Almería, pero pocos saben que su imagen se repite a lo largo de la geografía española…y más allá.
La figura tradicionalmente se asocia con Almería, ya que fue en la comarca de Vélez, donde se halló por primera vez en España, rodeado por otros símbolos rupestres, en las profundidades de la cueva de Letreros. Sin embargo, poca gente sabe que éste símbolo no es exclusivo de Almería, ni siquiera de la península ibérica, sino que se extiende a lo largo de medio mundo, como en el caso de Egipto (dios Schu), Hawái (petroglyphs), el mundo griego y púnico e incluso en las cuevas de Zambia.
Aunque algunos apuntan a que su símbolo bien podría significar una unión espiritual entre el hombre y el cosmos, todo parece indicar que el símbolo del Indalo, representa en el arte rupestre la figura de un arquero, y por tanto de un cazador.
Nuestros antepasados revestían sus pinturas rupestres de un cariz místico y no artístico, es decir, no entendían o representaban sus figuras en la piedra con un concepto decorativo o meramente costumbrista sino como un elemento mágico y religioso.
El chamán reflejaba en la piedra, mediante símbolos aquello más preciado para la tribu, aquello relacionado con la naturaleza (la cual era divina en si misma), aquella que les daba sus frutos y alimento.
La figura del cazador tendría una gran importancia, pues en todas las comunidades humanas primitivas, el cazador es quien trae la comida a la comunidad, es la figura sin la cual no podrían sobrevivir. Un hecho que se repetía en cualquier parte de nuestro planeta por ello, quizás, se explique la extensión de éste símbolo a los principales enclaves prehistóricos humanos.
El chamán representaba a las bestias para atraer su espíritu, para encadenarlo a la tierra, a la zona que su grupo poblaba, evitando así que las presas migraran y se quedasen sin su principal fuente de alimentos.
Del mismo modo, es probable que se representase al cazador para solicitar la protección de los dioses, para rogarles su favor en la caza, o para encerrar el espíritu del cazador en la cueva que habitaba el grupo, para que de alguna manera se quedase cerca de los hombres y los guiara e infundiera fuerza y destreza en la cacería.
Sin embargo, hay quien piensa que tan sólo se trata de un símbolo que muestra una mera escena cotidiana o que en realidad sería el modo en que el chamán podía comunicarse con los dioses, siendo la imagen la representación un hombre alcanzando el firmamento con sus manos.
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