Se cumplen estos días 75 años de un hecho que casi nadie conmemorará. El club de fútbol por el que sentiría mayor simpatía la izquierda mundial era incautado entre el 2 y el 4 de agosto de 1936 por el Frente Popular a petición de sus socios. La Junta Directiva fue sustituida por un equipo presidido por Juan José Vallejo, en representación de la Federación Deportiva Obrera.
Imagen de mayo de 1937, con la formación del Real Madrid –entonces Madrid CF–, puño en alto, en los momentos previos a un partido de homenaje a la 21ª Brigada Mixta republicana, celebrado en el estadio de Chamartín.
El diario Informaciones lo contaba como algo plenamente normal: “Un club democrático como el Madrid, con un plantel de socios netamente republicanos de izquierda, no podía temer nada. La Deportiva Obrera, que tiene un gran concepto de los principios deportivos, encontró justos los razonamientos de algunos socios, y juntos concibieron un plan que ha sido puesto en práctica y aprobado sin excepción alguna, por todos los sectores deportivos de Madrid. Reunidos socios del Madrid y directivos de la Federación Obrera acordaron designar un Comité directivo que sustituya a la actual Junta directiva. El citado Comité, nombrado ya, está integrado por dos directivos pertenecientes a la Federación Deportiva Obrera. Uno de ellos, era Juan José Vallejo”.
No había comenzado todavía el asedio de las tropas fascistas al Madrid del No pasarán. Durante los meses en que duró la resistencia de la ciudad Madrid era la referencia mundial del antifascismo y ello generó que su equipo, el Madrid CF, recibiera la simpatía de buena parte de la izquierda mundial. Eran varios los vínculos personales, emocionales y, desde agosto de 1936 orgánicos de aquel club de fútbol que generaban la simpatía de la izquierda. Además del Comité recién nombrado, el anterior presidente del Madrid CF había sido Rafael Sánchez-Guerra, político republicano que se presentó a las elecciones municipales de 1931 bajo la coalición republicano-socialista: fue condenado tras la derrota en la guerra a 30 años de prisión y en los 40 escapó a Francia donde fue ministro del gobierno de la República en el exilio. Simbólicamente, con la proclamación de la II República en 1931 el Madrid CF se quitó los rasgos monárquicos del nombre (dejando de ser “Real”) y del escudo (retirando la corona). Pero se hace algo más: del mismo modo que la bandera rojigualda sustituye una de sus franjas rojas por una morada castellana creando la bandera tricolor, el Madrid incorpora una franja morada a su escudo en 1931.
A la izquierda el escudo del Madrid antes del 14 de abril de 1931 y a la derechatras la proclamación de la II República
La II República ha sido el periodo político en que más porcentaje de títulos ha ganado el Madrid logrando dos de las cinco ligas (40%) y dos de las cinco copas (40%). Si en algún momento histórico se puede decir que el Madrid fue el equipo del Régimen fue en la II República dado que sus presidentes, sus símbolos incluso su propiedad eran afines al régimen político e incluso los éxitos deportivos eran coherentes con la afinidad entre equipo y sistema político.
Por supuesto la dictadura de Franco hizo con el Madrid como con todo lo que le interesaba. Si el 1º de Mayo era reconvertido en San José Obrero y se celebraba con ejercicios gimnásticos y bailes florales, qué no habría de hacerse con un club de fútbol de la capital del Estado. Cierto que le costó, pues, hasta entrados los años 50 el Madrid no volvió a ganar nada. Desde 1939 la dictadura triunfante restituyó la simbología monárquica en el Madrid colocando una corona y llamándolo Real. Olvidaron que la franja morada del escudo se había colocado en 1931 con el mismo origen que la franja de la bandera tricolor republicana y se mantuvo ahí hasta el presente. Uno de los rasgos del franquismo fue la ignorancia y, del mismo modo que sobrevivieron calles como la del Doctor Esquerdo por desconocer que era conocido como conspirador republicano de inicios del siglo XX, la franja morada del escudo del Madrid se mantuvo como recuerdo del republicanismo del club.
¿Tiene todo esto alguna importancia? Seguramente ninguna más que para la memoria nostálgica o anecdótica. La gente de izquierdas que somos del Madrid no lo somos por motivos históricos ni políticos: como los de derechas, lo somos porque nuestra madre era del Madrid, o nuestro hermano mayor, porque cuando teníamos cinco años jugaba en el Madrid tal o cual jugador con el que se le caía la baba a uno o por el motivo irracional que sea. Sin embargo las derechas políticas han intentado apropiarse del imaginario ideológico asociado a los clubs de referencia. En Catalunya es obvio el intento patrimonializador por parte del nacionalismo conservador del FC Barcelona. Lo mismo ocurre en Euskadi, donde ante cualquier proceso electoral en el Athletic hay que preguntarse a quién apoya el PNV. Con el Madrid ocurre lo mismo con la diferencia de que la derecha española sigue sin querer romper drásticamente con la dictadura franquista. Ello hace que, a diferencia de lo que ocurre con otros clubs parece que quienes somos de izquierdas y del Madrid tratemos de no hablar de fútbol como si nuestro equipo supusiera una contradicción ideológica. La derecha españolista ha conseguido incorporar el madridismo a su simbología y eso no es del todo ineficaz en la generación de hegemonías culturales como resulta evidente si miramos el caso catalán.
Llegados a este punto un grupo de activistas de izquierdas madridistas hemos decidido salir del armario organizadamente. En los próximos meses iremos presentando el embrión de una asociación con vocación de peña madridista republicana llamada La franja morada. Desde hoy hasta el próximo 7 de noviembre, fecha en que conmemoraremos el 75 aniversario de la resistencia de Madrid al acoso fascista iremos presentando la propuesta que ya cuenta con una treintena de madridistas. Necesitaremos 50 personas con carné madridista (socio o simpatizante) para solicitar formalmente la creación de la peña. Con ello pretendemos en primer lugar pasárnoslo bien, que para eso concebimos el fútbol como una afición sin más importancia que la lúdica. Pero también hacer un favor a nuestro equipo ayudando a desvincularlo simbólicamente de lo más reaccionario de nuestro espectro ideológico y recuperarlo para el pluralismo político que reside en la afición madridista tanto como en cualquier otro espacio social. Por supuesto pediremos un deporte coherente con los valores democráticos, desmercantilizado, pediremos la recuperación del club para la afición y no como instrumento de grandes fortunas.
Todo ello lo haremos disfrutando y pasándolo bien. El fútbol es suficientemente importante como para tomárnoslo un poco más en broma.
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